22 de mayo de 2014

¿Merece la pena escribir un "diario de tomas"?

Una de las recomendaciones típicas que se les suele dar a las madres múltiples para organizar las tomas de leche es escribir un "cuaderno o diario de tomas". Como su propio nombre indica, es un cuaderno donde anotar las tomas de leche que hace cada mellizo y otra serie de datos para evitar que la mala memoria nos juegue una mala pasada y luego no sepamos qué mellizo ha comido a qué hora, ni si la toma fue buena, ni si hizo caca después, ni si tardó más de lo normal, ni si la toma fue dolorosa... y otra serie de cuestiones prácticas que pueden resultar de interés en la consulta del pediatra o de la matrona (o simplemente para controlar mejor la logística familiar).

Aunque es más importante para las madres múltiples, sobretodo para las "supermúltiples" (trillizos o más, que quieran intentar la "ruleta de niños" y establecer turnos de pecho y biberón), también lo pueden usar las madres únicas si es que temen o empiezan a tener tomas problemáticas.

El cuaderno de tomas debe ser una libretita práctica en la que apuntaremos, por ejemplo en una esquemática tabla con varias columnas, datos como: fecha, hora de la toma, pecho del que ha mamado, el bebé que ha mamado (si procede), duración de la toma hasta que el bebé se desengancha, y espacio para comentarios (¿la toma la consideramos buena? ¿El niño se ha desenganchado solo y se ha quedado satisfecho?¿Ha llorado tras engancharse?¿La toma nos ha dolido?¿Ha necesitado después un suplemento de leche, y si es así, cuantos mililitros ha tomado? ¿Ha hecho caca o pipí muy abundante cuando le hemos cambiado?

El cuaderno de tomas es interesante porque refleja fielmente el progreso de la lactancia, sobre todo en lo que a disminución en la duración de las tomas se refiere, y cambios en el patrón de deposiciones (por ejemplo, la fase de "falso estrenimiento de la lactancia"). Es dificil acordarse de todos estos datos de forma fidedigna, sobretodo con gemelos. De este modo podemos detectar también  picos de crecimiento (con aumentos en el número de tomas diarias) y crisis de lactancias (lloros repentinos al poco de empezar la toma) o comportamientos anómalos (vómitos, regurgitaciones, más gases de lo normal...)

Además, si fuera necesario ponerse en contacto con una asesora de lactancia, nos preguntará datos que podremos tener apuntados. ¿Cuándo fue la última toma buena que hizo? ¿Qué suplementos ha tomado? ¿Cuándo empezaron los dolores de pecho? ¿Ha llorado al pecho?¿Hay alguna toma que hayas sospechado que el niño estaba mal colocado? ¿Cuántas tomas diarias hace ahora? ¿Cuántas tomas hacía el mes anterior? ¿Cuál es la separación y duración de las tomas?

El objetivo del cuaderno es servir de apoyo a la memoria, no controlar la duración de las tomas para intentar conseguir los famosos "diez minutos de cada pecho cada tres horas". Lo que importa no es comprobar si nuestro bebé se ajusta al reloj a la perfección, porque la lactancia funciona a demanda, sin controles horarios.

Ni qué decir tiene que en el cuaderno también podemos fechar la introducción de los diferentes alimentos cuando el niño empiece con alimentación complementaria (puede ser de interés médico saber con precisión en qué fecha se le introdujeron al bebé los lácteos, el huevo, el gluten, el pescado, o ciertas frutas), la detección de los primeros dientes, la medición de la fiebre, las dosis de vacunas (por si cambia el comportamiento del niño y eso afecta a la lactancia), si ha tenido mala noche o no, los controles de altura y peso, etc.

Prescindible pero recomendable

La compañía del cuaderno de tomas es importante al menos durante los primeros tres meses, que es cuando más cambios en los patrones de lactancia hay, asi que ocupará un hueco especial si montamos una lactation workstation.
Las primeras semanas dando el pecho a mellizos pueden ser un follón, cuando todavía no nos atrevemos a simultanear del todo a los mellizos, o uno duerme de más y se salta una toma con respecto al otro, o no tienen un pecho fijo asignado y van rotando y a lo mejor no maman igual de bien de uno que de otro, o uno se desengancha antes porque mama mejor y no se queda dormido con el pezón en la boca, o necesitamos suplementar. Asi que mejor registrar todo el asunto.

Progresivamente, cuando veamos que el tema ya está todo controlado, podremos decidir suspender el registro (¡las tomas nocturnas son un coñazo), porque para algo la lactancia es a demanda y si nunca hay nada reseñable, tiene poca gracia plasmar una rutina.

Las tomas nocturnas podemos garabatearlas en sucio y después pasarlas a limpio para evitar encender la luz y despejarnos en exceso. Pero no conviene confiar en nuestra memoria por la noche porque es muy frecuente, sobre todo si se practica colecho, que no nos acordemos exactamente cuántas tomas ha hecho el  niño y a qué hora y por cuanto tiempo, aunque intenemos repetirnoslas entre sueños.

La verdad es que después de librarme del cojín de lactancia de lo que más me alegré fue de suspender la escritura del libro de tomas, sobretodo por la noche, pero me alegro de haber plasmado la historia de mi lactancia. Sirve para tener una retrospectiva y sorprenderse de la diferencia que puede haber entre los inicios y las tomas cuando la lactancia está establecida. Ahora aprovecho las páginas libres para seguir llevando un mínimo control de pesos y fiebres (porque los pediatras siempre preguntan qué dias NO ha tenido fiebre para distinguir unos catarros de otros o de un proceso catarral continuo, y sólo me acuerdo de los días que SÍ ha tenido fiebre). Además, siempre lo querré guardar como recuerdo.

¿Alguien más ha llevado o lleva un cuaderno de tomas?

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